5 dic 2015

#EspecialNavideño2015 - DÍA 5


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De la abstracción, de la extrapolación,
de los más recónditos resquicios
puede aparecer la inspiración…
O la transformación.
De las alucinaciones,
las modificaciones,
surgen las malintencionadas alteraciones;
los desvíos y desvaríos.

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DÍA 5

Desvaríos

Cuando se paró frente a todos nosotros para hablar, nunca podría haber adivinado aquello sobre lo que lo iba a hacer. Mantuvo un porte erguido, una mirada decidida, y de lo que puedo recordar, dijo:

—Juntar la ciencia y la religión siempre será imposible, pero en el sentido del deseo y de la forma de concebir y aceptar esa idea por parte de la humanidad, no desde la probabilidad en sí. Esas dos grandes fuerzas representan exactamente lo que es la fuerza imparable chocando contra el objeto inamovible. Un conflicto entre ambos, un choque, un enfrentamiento, dan a pensar que se puede estar solo de un lado o del otro, pero no de ambos y no de ninguno, aunque yo humildemente me crea la excepción. Yo, personalmente, creo en Dios como creador del universo, y creo en el Big Bang y en sus magníficas y caóticas pero a la vez armoniosas consecuencias. Y no soy el único, porque no había pensado así hasta que una profesora de biología nos hubiese contado fuera de horario escolar que creía que Dios había creado a los dinosaurios tanto como nos había creado a nosotros.

Las creencias religiosas, tan estrictas en varios sentidos, ponen a Dios como fuente y referente de todo lo que existe en nuestro mundo, como responsable de lo bueno y de lo malo, de lo negro, lo blanco. Si hay alguna idea que me haya abierto también los ojos como las creencias de mi querida profesora esa sería la de que “Dios creó la ciencia e iluminó a los científicos y a los grandes pensadores para darles a los no creyentes un motivo y una razón para no creer en él pero también para no creer y alabar a Satanás, sino para que aquellos que no pequen, o lo hagan y se arrepientan pero no sean religiosos, tengan también oportunidad de ser salvados”. Quien sea que haya dicho eso, pues no lo puedo recordar, creo que tiene la mayor de las razones…y prueba que desde la religión puede explicarse y entenderse a la ciencia, pero no creo que desde ésta última alguien haya cedido y podido decir: “El universo fue creado por el Big Bang, pero fue Dios quien desencadenó ese proceso”, o; de nuevo, no creo haber oído nada al respecto aún por parte de algún científico. 

A lo que apunto es a que, en cierto modo, ambas partes pueden ceder un poco y concederle al otro la razón, o una parte de ella. Porque no puede negarse ni desmentirse el hecho de que hayan fósiles gigantescos de dinosaurios de iguales proporciones que vivieron hace millones de años antes de la humanidad ni el hecho de que la Tierra está en un sistema planetario dentro de una galaxia llamada Vía Láctea y que giramos desde hace miles de millones de años alrededor de una bellísima estrella a la que llamamos Sol. A su vez, no puede negarse el hecho irrefutable que cada tanto suceden en la medicina y en los ámbitos científicos hechos más allá de la comprensión humana y de las explicaciones racionales, biológicas o matemáticas, que llamamos “milagros”, y que tienen fundamentos irracionales, imposibles, o sea, religiosos. 

Si ocurre un accidente automovilístico desastroso, tanto así que los vehículos involucrados quedan hechos trizas, inutilizables, se rompen vidrios, se quiebran y abollan partes, se destruyen completamente los motores, se deshilachan las gomas y aún así, los que estaban adentro salen increíblemente ilesos, y no me vengan con que no ha pasado porque doy fe que si, a eso no se le puede llamar sólo “una posibilidad de uno en un millón, una suerte grandísima”. Llamémoslo por lo que fue, un milagro, una orden divina que llegó de los cielos, una intervención de una deidad todopoderosa que le puso un alto a la muerte por encima del entendimiento racional e hizo que ésta retrocediera y no se llevara a los salvados, por más que no se hubiesen salvado todos. Dios sabe cuando el momento de una persona en la tierra ha terminado o cuánto le queda aún por vivir. La respuesta a todos los interrogantes, incluido el dilema de la ciencia contra la religión, es sin duda el balance. El punto medio, el gris…la armonía y el equilibrio entre las dosis de una y otra cosa—concluyó. 

Yo lo que respondí lo dije en voz baja, para mí mismo, porque obviamente mi opinión era muy distinta a las de los demás que habían estado escuchando en el público, junto a mí. Tendría que haberlo expresado, haberlo dicho con todas las letras, pero arrepentirme no me sirve de nada. Al menos en su momento tuve la idea que luego desencadenaría en una refutación. Una futura crítica que comenzaría con una sola palabra:

—Desvaríos.

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