La Máquina M - La Metrópolis

Escrito por Andy Coenen, Ben Swardlick y Eric Luttrell
Adaptaciones escritas: Betsey Swardlick & Owen Curtsinger
Arte de portada e Ilustraciones: Chris Blackstock
Traducido por Joel Cavaleri

LA MAQUINA M | LA METRÓPOLIS
PARTE 1


INTRODUCCIÓN

Milo raspó un zapato contra los ladrillos, haciendo muecas ligeramente ante la corredera de moho entre el pie y el suelo. Creció en filas ordenadas, el moho, trepando de las grietas llenas de suciedad entre los ladrillos y siguiendo a lo largo de los regulares ángulos rectos hacia arriba y abajo en las calles sucias. Hace mucho tiempo, una ciudad tenía una flor o un árbol para identificarse. Ahora lo único que parecía crecer era moho. Esto le pareció apropiado, a Milo. Una ciudad vieja, con los mayores cultivos, y la única exportación: limo.
— ¿Nos hemos movido en lo absoluto? — dijo él.
Y eran verdes; verdes, dorados y rojos, dejando vibración en los rayos de sooooool... —el Sr. Laszlo cantó en respuesta. Milo agachó la cabeza para ocultar su sonrisa y negó con la cabeza un poco. Los ancianos amaban cantar "Había Árboles". Él suponía que era diferente si en realidad hubieras visto uno fuera de un libro o un alquiler de videos. O, visto un libro fuera de un alquiler de videos, lo que venía más al caso. El Sr. Laszlo había estado croando la canción en voz baja durante la mayor parte de una hora.
—Usted está en un estado de ánimo alegre—dijo Milo, tratando de no dar a entender lo divertido que lo encontraba. Una multitud de personas cansadas que apenas se desplazaban, a la sombra de la embarcación, tenían sus equipajes por todas partes. El Sr. Laszlo pasó un brazo alrededor de su hombro, casi sacándole el ojo vecino en el proceso, y lo sacudió débilmente, cacareando.
—Lo hemos logrado, Milo. ¡Estamos ahí!

—Aún estamos aquí—dijo Milo—Ni siquiera estamos en la rampa todavía—El Sr. Laszlo tiró de su oreja.
—Es cierto, pero pronto vamos a estar ahí arriba—apuntó a la cubierta superior, imposiblemente alta y aparentemente desierta. La rampa por la que subían (o estarían subiendo, si la línea se moviera) conducía a una cubierta media, el centro mismo del flanco impositivo del barco. —Vamos a ser devorados por el monstruo y expulsados en la tierra prometida.
“Monstruo” era una buena palabra para ella, pensó Milo. El barco era aún más feo de cerca. Se podía ver desde casi cualquier lugar; era más alto que todos edificios de la ciudad. Las noticias de ello habían llegado semanas atrás, una nave se acerca, un barco gigante, que nos llevará lejos de este lugar muerto. A palabras como esperanza, promesa y oportunidad se les había soplado el polvo de encima y cuando el barco había aparecido en el horizonte, todavía tres días antes del atraque, ya brillaban como el oro. A medida que se acercaba, su largo había crecido increíblemente, su sombra se derramaba sobre la costa, y algo sobre la forma en que brillaba había cambiado. Por la noche, las luces en el agua se hicieron menos como velas y más como ojos de insectos. El brillo de los lados metálicos menos como piedras preciosas, más como...caparazones. Cañones. Dientes. Se soltaron en el agua, rechinando, espumeantes. Pero había venido por ellos, y ofrecía lo que nadie más había ofrecido: un escape. Milo se alegró de que fuera fea. Eso significaba que no era un sueño.
Ellos avanzaron hacia adelante y hacia arriba, el ruido metálico y hueco de la rampa medía su progreso. El Sr. Laszlo cantaba despacio; Milo estiró su cuello para ver el punto de entrada. La puerta era un cuadrado perfecto, con un panel de metal negro que se deslizaba al abrir y cerrar. Dos hombres con ropa ajustada negra se pararon frente a ella, con postura rígida, como soldados. Tenían máscaras, también negras, que se extendían a través de la mitad inferior de sus caras. ¿Eran ellos médicos?

—Ya no falta mucho—, dijo el Sr. Laszlo. Milo subió delante de él, vibrando de emoción, casi incapaz de contenerse mientras se acercaban a la parte delantera de la línea. Uno de los hombres de traje negro avanzó hacia ellos, caminando un tramo más corto por debajo de la rampa.
—Vamos a procesar veinte por vez—dijo, y se detuvo en Milo, dándole una palmada en el hombro. —Desde aquí, a través de la puerta, por favor— Él le dio un empujón a Milo por delante de él y comenzó a marchar de nuevo por la rampa hacia arriba. Milo tambaleó ligeramente, mirando hacia atrás.
—Pero, estoy con… ¿no podemos ir juntos?—, preguntó. El hombre lo instó a avanzar hacia la puerta.
—Veinte por vez—dijo, y tocó un cuadrado iluminado al lado del marco de la puerta. La puerta se abrió y empujó a Milo por del umbral.
—Pero…— Milo miró por encima de su hombro, aprensivo. El Sr. Laszlo le asintió.
—Nos vemos adentro—dijo el anciano, y Milo sólo pudo parpadear antes de que la placa negra cortara el espacio entre ellos.
El ruido de la puerta hizo saltar a Milo, haciéndole perder el equilibrio cuando el hombre de traje negro a su lado bruscamente lo hizo girar y lo empujó hacia adelante.

—Sigue la línea. Primero habrá un chequeo inicial, y luego te van a ver hasta tus literas —dijo uno de ellos. Milo tragó saliva y tropezó hacia delante, chocando torpemente a la persona en frente de él. Estaba tan oscuro en el pasillo que apenas podía ver, pero dos hileras de pequeñas luces esbozaron su camino. Brillaban amarillo, luego naranja, luego azul, a intervalos regulares, mientras ellos arrastraban los pies hacia una habitación iluminada al final del corredor. Amarillo...naranja... azul. El corazón de Milo latía con fuerza; el suelo vibraba y todo lo que él podía oír era el rugido de la nave. Amarillo, naranja...La canción del Sr. Laszlo nadó de vuelta a su cabeza. Él no pudo adjuntar ningún significado a esos colores. Vio a un traje negro con una pantalla en mano preguntarle a la chica en la parte delantera de la línea su nombre, la oyó decir “Luma”, antes de que el zumbido de la nave los rozara y los ahogara de nuevo. Una luz en la pantalla de mano brilló amarilla. Milo la vio mover los labios. Una segunda luz, de color azul. Otro traje negro salió de la puerta iluminada y la empujó dentro, fuera de la vista. Milo fue empujado hacia adelante. Preguntas, respuestas, luces, movimientos hacia adelante. La nave rugió más fuerte y la sangre de Milo cantó en sus oídos. Entonces era sólo él, a la luz de la puerta. El traje negro con la pantalla en mano preguntó su nombre. Milo le dijo, temblando. La luz en la pantalla se iluminó amarilla. ¿Eso era bueno o malo?
— ¿Cuántos años tienes?—El traje negro decía.
—Quince—dijo Milo, contrayendo la garganta. La luz brilló naranja. — ¿Qué es…— Pero entonces fue empujado hacia la habitación. Era de color blanco puro y estaba vacía. Sus ojos ardieron ante la claridad repentina. ¿En dónde estaban los otros? El traje negro con la pantalla en mano lo siguió dentro, lo empujó hacia el centro de la habitación y le sostuvo la pantalla frente a su rostro.

—Haz una observación sobre esta habitación y lo díselo a la grabadora—dijo el traje negro. Amarillo, naranja, azul.
—Yo…— Milo carraspeó. Sintió algo frío y metálico presionando contra la parte posterior de su cuello. Él tiró reflexivamente, pero alguien lo mantenía quieto.
—Habla con claridad
Milo no podía pensar. —Yo no quiero morir aquí— dijo. La parte de atrás de su cuello quemó, y las comisuras de su visión se apagaron y pusieron borrosas.
—...La mayoría de la gente dice 'es muy blanca”—oyó murmurar a alguien. Entonces lo levantaron, llevaron, y colocaron sobre una superficie horizontal. Oyó correas, hebillas; no podía sentir nada.
— ¿Dónde le gustaría morir?— Oyó, o creyó oír, antes de que la luz se acercara a su alrededor y él cerrara los ojos ante ella. El resto simplemente pareció gris y esperando.

NO QUIERO MORIR AQUÍ


CAPÍTULO 1: LOS INMIGRANTES



Milo despertó con su propia voz sonando en su oído. Estaba oscuro. Él jadeó, sus pulmones le  ardían como si hubiera estado bajo el agua los últimos… ¿cuánto tiempo había pasado? ¿Horas? ¿Meses? Él no podía ver. Alguien lo estaba tirando en posición vertical y luego hacia adelante, con sus piernas perezosas esforzándose por recordar su función. Tropezó con una luz tenue y fue tragado por una masa de cuerpos, con trajes negros contra ellos, todos moviéndose adelante y ligeramente hacia abajo. La cabeza de Milo daba vueltas; sus pies se movieron automáticamente hasta que la luz golpeó sus ojos y ellos se derramaron hacia fuera sobre un vasto muelle de madera, con una costra de sal y restos de aves. Milo se paró en seco. El flujo de personas siguió en torno a él, empujando sus hombros al pasar, pero él levantó la vista hacia el horizonte imponente frente a él y solo se quedó contemplando.
La ciudad estaba destrozada. Mientras que el barco había empequeñecido su casco antiguo, aquí había torres encima de  torres, fragmentos mortalmente cortantes y punzantes hacia arriba en el cielo y desapareciendo a nivel del suelo bajo montañas de estructuras dentadas. Tubos y cables sobresalían afuera en todas direcciones, alocados, diseminando la calle, goteando hacia abajo a los lados de los edificios, arrojando vapor y tosiendo ruidos fuertes y neumáticos. Una neblina marrón flotaba en el aire, agrupándose en nubes oscuras que ocultaban las cimas de las más altas torres.

—Sigue moviéndote hacia la sala, por favor—Alguien lo empujó bruscamente por detrás, y Milo fue arrastrado hacia la corriente de nuevo, moviéndose desde el muelle y a través de un arco de piedra ennegrecida por un túnel abovedado. Fueron conducidos a través de una enorme sala abierta, circular, con una cúpula alta de techo y corredores que sobresalían en varias direcciones, como en una estación de tren. Más y más gente se alineó también a la multitud arremolinada y nerviosa, mientras trajes negros vagaban de un lado a otro en grupos de dos y tres.
— ¡Milo!—Una mano agarró la parte posterior de la chaqueta de Milo y éste se volvió para ver al Sr. Laszlo, luciendo demacrado. Milo se lanzó hacia el anciano, quien se rió débilmente y acarició la parte posterior de su cabeza.
—No sabía si lo...— Milo comenzó, para luego tragar— ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Dónde estamos?—El Sr. Laszlo lo empujó suavemente hacia atrás y se aferró a sus hombros.
—No lo sé—dijo, con los ojos muy abiertos y redondos. Su boca hizo alusión a una pequeña sonrisa trémula. —Pero lo logramos, Milo. Nunca vamos a volver. Somos libres. —El Sr. Laszlo sonrió más ampliamente, y luego una bolsa de plástico transparente bajó por encima de su cabeza, y un traje negro tiró del cordón apretandolo alrededor de su cuello.

Milo se quedó sorprendió, congelado por un instante, y cuando se movió para ayudarlo escuchó un “crack”, y un rayo de dolor efervescente fue disparado por su columna vertebral, deteniendo sus extremidades. El Sr. Laszlo estaba arañando la bolsa con los dedos, mientras dos trajes negros lo sujetaban y un tercero cargaba una cápsula en un arma-jeringa. Milo no podía moverse, y un grito gargajeó en la parte posterior de su garganta, apenas audible. La rápida respiración del Sr. Laszlo se empañó contra el plástico, ocultando su rostro aterrorizado. El traje negro con el arma-jeringa empujó la manga del anciano hacia arriba y le disparó en el antebrazo. Sus piernas flaquearon y los otros dos trajes negros lo bajaron y soltaron, pasando por encima de su cuerpo para abalanzarse sobre Milo. Uno sostenía sus brazos y el otro tendía una pantalla de mano sobre él, escaneando algo. Los ojos de Milo se precipitaron locamente. A su alrededor, ésto estaba sucediendo: bolsas bajaban sobre cabezas, la gente sorprendida se quedaba inmóvil, y a todos los rodeaban trajes negros. No tenía ningún sentido. Milo no podía respirar.
El traje negro alejó la pantalla y sacó un grueso cilindro de metal con símbolos en relieve en ambos extremos, uno rojo, uno verde.
—Tiren su cabeza hacia atrás—dijo, se dispuso a imprimir el extremo rojo en el cuello de Milo.
— ¿Qué estás haciendo? Le toca la línea —dijo el otro traje negro.
—No, “genio”. Ya lo probé y sé lo que le toca
—Pero él es demasiado alto

— ¿En serio? Bien, como sea. Será línea, entonces. —El traje negro volteó el cilindro y apretó el otro extremo en el cuello de Milo. Había una pieza con un aguijón como si fuera una aguja, y el traje negro estaba cargando una cápsula en otra arma-jeringa. —Sostenlo hasta que recupere el control de sus piernas—dijo, y disparó en la parte posterior de la mano de Milo. Temblores recorrieron su cuerpo a medida que la parálisis se disipó, y los trajes negros primero lo llevaron y luego dirigieron hacia un pasillo, lejos. Milo se retorció débilmente en sus manos.
—Uste-des ma-taron…—ahogó. En todas partes, trajes negros empujaban y arrastraban personas temblorosas a las salidas, pasando por encima de decenas de cuerpos con bolsas en sus cabezas.
—No están muertos—dijo uno de los trajes negros. —Mira cómo patean — Era verdad, esparcidos como muñecos grotescos y sin rostro, los cuerpos expuestos también temblaban, sacudiéndose al unísono en cierto ritmo desconocido—Están llenos de energía
—Eso es algo bueno, también—dijo el otro traje negro—Hay que mantener las luces encendidas.
—En estos tiempos oscuros—entonaron los trajes al unísono. Milo tosió un sollozo mientras lo empujaban por el pasillo. Para cuando llegaron al final, sus piernas podían sostenerlo y él arrastró los pies, temblando y jadeando, fuera hacia una plaza pública. La multitud estaba igual: aturdidos, desconcertados y temblorosos, con los cuellos estampados de rojo y verde, guiados por los trajes negros y amontonados en el centro de la plaza. Un destello brillante en su cabello llamó la atención de Milo y él vio a un perfil familiar: la chica del barco. “Luma”, recordó aturdido, “amarillo y azul”. Ella miraba, con miedo, hacia algo por encima de ellos. Una mano enguantada de negro tomó a Milo por debajo de la barbilla y lo hizo mirar hacia arriba.

—Veamos si el Rey tiene algo nuevo que decir hoy— dijo una voz detrás de él. Un traje negro cercano resopló en respuesta y se hizo el silencio, al tiempo en que una pantalla en un lado de uno de los edificios en frente de ellos se iluminó y se resolvió en una imagen.
Era el rostro de un hombre, resplandeciente y angular. Su expresión era distante, pero de alguna manera, compasivo, y tenía un aire de elegancia...de control. “De poder” la mente de Milo susurró. El cuello de la chaqueta del hombre estaba adornado - hermoso, pero arcaico, como si fuera un señor en un cuento de hadas. Un rey. Sus ojos brillaron misteriosamente en la pantalla. Él sonrió, y comenzó a hablar: —Mis nuevos ciudadanos—entonó, haciendo esparcir su voz sobre la multitud como una niebla—No tengan miedo

Nadie se movió. Se hizo un silencio total, con todos los ojos sobre la imagen, mientras el discurso continuó.
—Niños heroicos, que han cruzado las para tomar su lugar en el servicio de esta ciudad, su hogar. —La mirada del hombre les suplicó, con los ojos mirando directamente hacia el exterior. —Ustedes son luz—susurró. —Ustedes nos salvarán. Esta ciudad vive y respira porque ustedes trabajan. Ustedes son la sangre en sus venas, ustedes son su latido —Un pulso parecía ser emanado desde la pantalla, y Milo sintió relajarse. El rostro del hombre se concentró, y su tono se hizo más estridente. —En estos tiempos oscuros—dijo—dennos su poder. En estos tiempos oscuros, confíen en mí para usarlo. —Milo dejó escapar el aliento. Se sintió flotando. Se sintió a salvo. —En estos tiempos oscuros, ustedes han encontrado su camino hacia la ciudad de la luz
Un murmullo viajó a través de la multitud, y Milo se sintió optimista y efervescente al tiempo en que el Rey miró hacia abajo sobre ellos, con una leve sonrisa en los labios.

—BIENVENIDOS A LA METRÓPOLIS


CAPÍTULO 2: BÚSQUEDA PROFUNDA



Somos verdaderos inmigrantes a la oscuridad de lo desconocido, hermanos.
Es demasiado verdadero, hermanos. Ya no estamos más en Kansas.
Si sólo el profesor nos viera ahora, hermanos.
No se distraigan en sus reflexiones, hermanos.
Las reflexiones son lo que nos hacen completos, hábil hermano.
Recuerden que somos los Hermanos de la Sabiduría, hermanos.

¿Sientes que nuestro entrenamiento nos ha preparado bien, querido hermano?
Por supuesto, hermano profundo. Recuerda:
Somos escolásticos, hermanos.
Somos estoicos, hermanos.
Y estamos brillando, hermanos.

Pero somos sólo tres, hermanos. Los enemigos serán muchos más.
Eso es verdad, hábil hermano. Pero el poder de la M nos ayudará.
¿Pueden sentirlo, hermanos?
Sí, querido hermano. Está cerca.

¿Cuál es nuestra profundidad, hermanos?
Treinta brazas, hermano.
Ahí ya no es broma, querido hermano.
Llevemos el barco a la superficie y presurizemos la cabina, hábil hermano.
Listos los cristales, hermanos. Abre la escotilla, hábil hermano.
Sólo si me cubres la espalda, hermano.

¡Está tan oscuro, hermanos!
¿Estás seguro de que nuestras coordenadas son correctas, hermano querido?
Lo sabes tan bien como yo, hermano.
¿Esperaban que el corazón de la metrópolis nos diera la bienvenida?
¡Tranquilos, hermanos! ¿Qué fue ese sonido?
Cuidado, hermanos!
Buen disparo, hábil hermano.

¿Sienten eso, hermanos? ¡Está cerca!
Si, hermano querido.
Nuestros cristales están hambrientos, y ¡vean cómo la caverna delante es luminosa!
Miren los murciélagos, hermanos! Miren cómo se encogen a la luz!
Sé estoico, hermano mío. Nuestra meta se aproxima.
Éste es nuestro brillante momento, hermanos.
La más alta de nuestras escolásticas empresas, hermanos.
La M será restaurada, hermanos!

Tengan cuidado, hermanos! Algo anda mal!
¿sienten la tierra, hábiles hermanos?
Si, hermano. Se tensa bajo nuestras pisadas.
¿Podría ser una trampa, hábil hermano?
Esta caverna entera se siente como una trampa, querido hermano.

Cuidado con el escalón, ¡hermanos!
¡Un abismo, hábil hermano!
¡La oscuridad, hermano profundo!

¡FRACASO, QUERIDO HERMANO!


CAPÍTULO 3: UN REY SOLITARIO



Si tan solo hubiera una cura para todas las enfermedades de la humanidad…las guerras, los males, la pobreza…¿quien en su sano juicio rechazaría esa cura? ¿Quién no tomaría el poder antes que ellos y salvaría a la raza humanad de los problemas que la ha plagado desde que un hombre se batió a duelo con otro por primera vez, desde que uno primero escupió al otro, desde que uno pisoteó a otro para llevarse a casa el premio mayor? Estos males han estado siempre entre nosotros, sin embargo también entre nosotros está la sabiduría para salvar a la humanidad de esas enfermedades. Aún así, ¿cuál es el costo de tal sabiduría? ¿Reputación? ¿Libertad? ¿Familia? ¿Por qué parece que mientras persigo sin fin la sabiduría que nos podría curar, la providencia debe penalizarme, los humanos como yo castigarme?

Puedo ser visto construyendo una montaña de sabiduría. He apilado montones y montones de piedra y mugre para crear una cima, aunque aún así, por cada porción de sabiduría ganada hay una inevitable cascada de escorrentía que entierra una parte diferente de mí. Aquí, en esta pendiente, gané una teoría de la voluntad humana relacionada con el magnetismo, pero el respeto y aprecio de mis compañeros estudiantes fue enterrado. Es aquí, en esta colina, que estudié los textos antiguos en un esfuerzo incansable, pero encontré mis relaciones con mi padre y mi novia aplastadas bajo un derrumbe. Y aquí, esta cresta aquí, es donde los abandoné a todos ellos, o más bien donde me abandonaron; familiares, colegas, amigos y enemigos por igual, para el descubrimiento de la máquina. Y es el pico de la montaña de la sabiduría, la cumbre que representa todos mis estudios, donde la máquina deberá descansar. Mientras que el resto de mi ser ha sido arrancado, enterrado debajo de mis esfuerzos para lograr una mayor comprensión de los males de la humanidad, la máquina deberá resplandecer desde la cumbre, y todos verán la necesidad de mis empresas.

La he nombrado “La Máquina M”, tanto por su forma como por el meditativo zumbido que transmite. Uno puede solo asumir que todo aquel que se entregue a sí mismo a su presencia serán tan bien acogidos y pacificados como yo al descubrirla, y es este poder el que tengo que utilizar para llevar a cabo mi plan para la restauración de la humanidad. Las guerras, las enfermedades y la suciedad de la pobreza plagan nuestras especies, agrediendo a nuestros cuerpos, nuestras mentes, y nuestros derechos a llamarnos humanos. A pesar de todo, la máquina…la máquina calma la mente, exprime la suciedad desde nuestro núcleo, y restaura una sensación de estar realmente con vida. Es tan poderosa que en mi descubrimiento inicial que tuve que ejercitar mi mente y mis sentidos muy rigurosamente con el fin de pensar clara y lógicamente en su presencia. Su poder, aunque gratificante, es el de un león, y me pareció necesario tomar el látigo y las vestimentas de un domador de leones para mí, con el fin de aprovechar y controlar su poder.

¡Y qué poderoso me he vuelto en mi rol de domador! Estudiantes, colegas, incluso amigos, todos aquellos que alguna vez usaron sus dudas y escepticismo, o sí, también celos, para pisotearme o sacarme del camino…cuando el domador de leones rompa su látigo y “La Máquina M” sea revelada, todos serán forzados a ver en su más verdadera luz, el poder del que solo pudieron burlarse o ignorar antes. Finalmente, mis esfuerzos serán recompensados, y mi montaña de sabiduría será anexada y reconocida como una gran hazaña para el bien de la humanidad.

Será una verdadera hazaña, sin duda, y requiere un proyecto, un experimento tan vasto, requiriendo tantos asuntos, tanta mano de obra, tanta gente e industrias trabajando, que solo hay un nombre apropiado que debería portar, abarcando toda su gloria y la nobleza de su objetivo:

¡METRÓPOLIS!


CAPÍTULO 4: CARAS





Paso a paso me estoy volviendo loca, 1-2-3-4-5-6—“Cambio”

Luma le pasó su gastada herramienta para quemar y el Recolector golpeó su palma con otra. Ella lo pulsó para encenderlo y tomó otro tornillo de metal de la fila, quemando las pequeñas protuberancias e imperfecciones de su superficie para que encajara perfectamente en cualquier agujero industrial que estuviera destinado a llenar. De cualquier manera, ella lo puso de nuevo en la fila. Nadie los estaba controlando. Ella agarró otro tornillo. “Debería grabarle mis iniciales, pero llevaría más de dos segundos”. Ella lo puso de nuevo en la fila. Dos segundos para quemarlo, treinta quemaduras por herramienta, seis segundos de descanso, un Recolector a cada minuto, las matemáticas no cuadran, ¿entendió eso? ¡Ja, ja, ja!

La mujer frente a ella dejo caer un tornillo y maldijo en voz baja, intentando agarrarlo violentamente mientras la fila lo alejaba lejos. Luma la miró; tenía un brillo de sudor en el labio superior. Ella estaba recogiendo los tornillos cuando ya estaban más allá de su zona de referencia. Había una profunda arruga entre sus cejas. “Trate de entenderlo, señora. No van a estar más cerca de esa manera. Recoja dos la próxima vez. Sólo queme los buenos por un segundo y medio. Descanse cuatro segundos en lugar de seis. Ponga su mano mala para la nueva herramienta para que cuando se cambie de manos la correcta este en posición. ¿Puede entenderlo? ¿Siente el ritmo?” Tal vez debería enseñarle la canción. Loca volviendo estoy me paso a paso, 6-5-4-3-2-1--

“Cambio.” Nueva herramienta. Treinta nuevos tornillos, nueva herramienta. Treinta y siete herramientas más, y luego un descanso. Cinco minutos de oscuridad forzosa, totalmente negra. Ellos detuvieron la fila durante los descansos, pero no las otras máquinas, y no había un camino claro hacia la puerta. ¡Corran libres, esclavos valientes! Luego tropiecen y mueran.
Antes, había sido ella misma. Hablaba con la gente, los hacía sonreír, se pasaba los descansos contando historias en la oscuridad. “¿Hey chicos, recuerdan la Vieja Ciudad? Apuesto a que nunca pensaron que la iban a extrañar, hyuk hyuk”. Traté de hacer que se aferraran a la esperanza de escapar. Pero habían dejado de escuchar y me dolió, me dolió. Se dieron por vencidos. Ahora, ella solo se sentaba en la oscuridad. Ella escuchó el zumbido, y se dejó llevar poco...a poco...a la locura.

Ella no estaba segura de cuándo comenzó a soñar. “No estoy soñando, estoy espiando... con mis ojos. Mi ojo interior. Soy una espía del pasado, viendo el futuro. Tengo receptores de video implantados en los dientes”. Cuando ella estuvo en silencio, la visión llegó como una llave. Primero el Rey, y luego la...Máquina. Los dos juntos eran lo mismo, ambos eran la Máquina, estaban enfermos, estaban muriendo, pero eran todo y eran eternos. Se rieron y rieron y rieron, y la ciudad se desmoronó en una nube de negra ceniza. “Esta telenovela telepática es realmente fantástica, y me encantaría que hubiese más de un episodio”. En el sueño, el Rey hablaba con ella. ¿Crees que puedas hacerlo? ¿Puedes hacer que eso suceda? Eres patética, Luma, no podrías guiarlos a ningún lado. “¡¿Hacer que suceda QUÉ, abominación calva, guiar a QUIÉN?!” Entonces una luz blanca se precipitó en su cabeza y ella supo con certeza que todo lo que tenía que hacer era -- ¿qué?

Un minuto para que volvieran las luces. Cuatro segundos para acostumbrar la vista, luego filas, luego tornillos, tornillos, tornillos, tornillos.
Luma miró a la ciudad desmoronarse. Se detuvo en la mirada burlona del Rey. Ella se esforzó más duro, miro más profundo, y luego ella estaba dentro de la Máquina.
30 segundos.

La luz blanca explotó, pero no se precipitaba en su cabeza, estallaba desde ella. ¿Crees que puedes hacerlo, Luma? Ellos no van a escucharte. Ellos lo harán, ellos lo harán si yo -- ¿Cómo puedo ayudarles? Yo estoy adentro ahora, ¿qué tengo que --
Las luces estaban a punto de volver. Luma pensó en la mujer frente a ella. ¿Vas a ayudarme, lenta? Hay una gran posibilidad. Tengo que -- 6-5-4-3-2-1 --
“Cambio.” Las luces volvieron. Luma se levantó y giró a su izquierda, cruzando dos pasos a la silla de al lado. "Cambia de lugar conmigo", dijo. "Ahora." El muchacho era delgado y larguirucho, quizá de quince. Él hizo el movimiento por reflejo, demasiado asustado para hablar. El miró hacia atrás mientras se sentaba, y abrió la boca, pero los tornillos comenzaron a fluir y se apresuró para seguir el ritmo. Luma contuvo el aliento y se inclinó sobre la fila, arrebatándole la herramienta para quemar de la mano del trabajador frente a ella.

El trabajador -- otra mujer, más bien joven, tal vez la edad de Luma – sacudió la cabeza y se quedó boquiabierta. Sus manos se agitaron, sus ojos se abrieron grandes y entro en pánico. "¿Qué? -- Yo -- No puedo --"

"Detente", dijo Luma, fijando su mirada. "Escúchame. Detente. Mira, no hay nadie allí. Hemos hecho millones de éstos, y para nada, nadie los está utilizando. Es sólo trabajo, ya detente". Ella levantó las manos, con las palmas hacia delante en señal de rendición, manteniendo los ojos de la mujer con los suyos. Los pernos se deslizaron a raíz de ello, sin ser tocados, imperfectos. Lenta e increíblemente, la mujer imitó el gesto de Luma. Su boca vaciló y una risita sorprendida escapó de ella. Luma le sonrió y ella devolvió la sonrisa, con las manos temblando en el aire. Ellas compartieron risas juntas, burbujeantes y desafiantes, y luego la fila se detuvo de forma brusca y estremecedora.
Se oyó un rechinido. Agujeros como bocas se abrieron en el cielo raso, y pequeñas cajas negras bajaron solas sobre postes telescópicos. Una detrás de cada trabajador, con un único, pequeño y hermético parpadeo amarillo. Luma entrecerró sus ojos. ¿Eran cámaras?

La mujer en frente de Luna giró para mirar a la caja detrás de ella, y la fila de tornillos comenzó a moverse en el exacto momento en el que una serpenteante lengua de electricidad se disparó de la caja y presionó a la mujer en el hombro con un golpe. Ella gritó empujada hacia delante por el impacto. Ella robó una herramienta para grabar en frente suyo y comenzó a tomar tornillos febrilmente, gimiendo de dolor. “¡Estoy trabajando, ESTOY TRABAJANDO!” gritó. Su brazo era una masa de carne arruinada. La boca de Luma trabajó silenciosa. Ella oyó pánico más adelante en la línea, una silla chirreando, y de repente, en la esquina opuesta, se escuchó otro golpe y un cuerpo chocando contra el piso. “¡GRABEN!”. La mujer frente a ella chilló: “¡Haz que se detenga!”. Luma recogió su herramienta y la pulsó para encenderla, con el miedo cantando estridentemente en sus oídos.

Siete tornillos y luego otro golpe, dos golpes más, y ahora los Recolectores corrían detrás de sus pasos pero estaban asustados también. Las herramientas eran soltadas, un golpe y un Recolector caía y otro se apuraba para recoger su carga ahora tirada.
“Es completamente aleatorio”, Luma pensó aturdida. “No hay patrón alguno, no tiene sentido”. Su respiración se redujo a vacías bocanadas y sus manos temblaban. Ella grabó.
Golpe.

Cuarenta y nueve herramientas, la gente lloraba y había cuerpos desparramados por el suelo. Luma grabó. “Ya va a ser tiempo de que la fila pare-- ¿se detendrá? ¿Qué sucedería si no se detiene?”. Sus manos se movieron, y sus ojos se enceguecieron con lágrimas. “Yo no quería esto, no fue mi intención, lo siento, por favor deténganse”—6-5-4-3-2--
Golpe. Era el chico con el cuál cambió de silla. Ella vio el rayo golpearlo detrás, en su nuca, atravesarla y salir por el otro lado. Él se cayó al suelo. La luz blanca se precipitó en el interior de Luma y desapareció todo sonido. Ella supo todo. Ella pudo ver todo. Y las luces se fueron.

LUMA BRILLÓ.


CAPÍTULO 5: NEGRO



Bienvenidos de nuevo, espectadores, para otro emocionante episodio de “Los Hermanos de la Sabiduría”, disponible sólo en su XG294, la red de holovisión patrocinada por el Estado. Si usted no ha pagado por su suscripción mensual, recuerde que participar en el entretenimiento de holovisión u otras actividades recreativas sin sacrificio individual es considerado una terrible ofensa, así que asegúrese de insertar su tarjeta de pago en estos momentos o regístrese para ver las opciones de sacrificio salarial automático con su lugar de trabajo. Y ahora, ¡de vuelta a nuestro programa! Si te perdiste “Los Hermanos de la Sabiduría” la semana pasada, ¡fuimos testigos de su infiltración en el corazón subterráneo de la Metrópolis a través de submarinos de mares profundos! Los hermanos habían navegado los muchos peligros de las cavernas subterráneas y se estaban acercando al escondite secreto de “La Máquina M” cuando, de repente, el suelo de una cámara se derrumbó, ¡sumergiéndolos en un oscuro abismo del que parece imposible escapar! ¡Unámonos a ellos ahora! Aquí vemos a los hermanos mientras se limpian el polvo y los escombros de sus trajes. Está demasiado oscuro en el fondo del abismo, y los hermanos sólo pueden llamarse los unos a los otros para saber que todos están vivos y bien. Ellos tratan sin éxito de activar sus cristales de poder como fuente de luz. Parece que su suerte se ha acabado por el momento, pero al menos están todos vivos e intactos. Pero espera, ¿qué es esto? De repente oyen un raspado frenético de roca por encima de ellos, y está cada vez más cerca...como si alguien o algo estuviera correteando por el abismo hacia ellos. ¿Será amigo o enemigo?

Los hermanos tratan ahora con más entusiasmo de activar los cristales de poder, aún sin éxito, y el sonido de algo raspando y arañando las paredes de roca se hace más fuerte y se acerca. Un bombardeo de desalojados guijarros llueve sobre ellos. Ellos ahora trabajan frenéticamente en sus cristales, los sonidos creciendo cada vez más fuerte y más exasperantes hasta que... ¡por fin! Los cristales se encienden y emiten un resplandor de luz, su brillo cálido inmediatamente satisfaciendo y tranquilizando a los hermanos, sólo para revelar el terror que es la fuente de la conmoción. ¡Suspendida por encima de los hermanos y lista para saltar está una araña mecánica negra que es más grande que el sumergible con el que los hermanos se habían infiltrado en las cavernas! Sobre sus ocho patas hay púas de aleación de titanio, sus mandíbulas son un nido de engranajes y cuchillas, y sus ojos son una red de lentes brillantes y cables de fibra óptica que hacen cualquier intento de esconderse o escapar casi imposible. No, los hermanos deben luchar contra esta bestia, y con los cristales a su lado, sin duda que están a la altura de la tarea.

Pero pronto se dan cuenta de que el éxito requiere más que fuerza de voluntad, mientras la bestia dispara rápidamente una larga telaraña de su parte trasera, fijando a uno de los hermanos contra la pared de la caverna antes de que puedan hacer el primer movimiento. La telaraña es fuerte y gruesa, más parecida a un cable de acero que a la seda de las normales arañas, y para el pobre hermano bajo su dominio se siente como alambre de púas. Uno de los dos hermanos restantes se aventura contra la bestia con su cristal de energía sostenido en alto, mientras que el otro se apresura hacia su hermano atrapado, con la intención de liberarlo de la malla del mal. La red es fuerte, pero no más fuerte que un antiguo cristal derivado del poder de la M. El hermano se esfuerza en cortar la cinta, pero por cada hebra que separa, la cinta duplica su propio poder, penetrando a través del traje del hermano atrapado y cortando su piel. Mientras tanto, el hermano valiente que se había precipitado a la araña ha dado un salto fantástico y ahora está encaramado sobre su cabeza. A medida que la bestia se retuerce, el hermano intenta cegar a la criatura saboteando las muchas membranas ópticas y cables con su cristal de energía. Él parece estar ganando una ventaja cuando, de repente, su brazo se desliza demasiado cerca de las mandíbulas de la bestia y ella lo muerde con todas sus fuerzas.

Engranajes y cuchillas destrozan y desgarran, y el hermano oye el sonido aterrador de sus tendones rasgándose antes de sentir el dolor de su brazo siendo arrancado de su hombro. El cristal de poder, su única arma, traquetea en el suelo del abismo.

Mientras tanto, nos unimos al Rey de la Sombras en su guarida mientras se despereza sin cesar en su montañoso trono: una masa de cables, tubos, pistones, cámaras, y motores, todas ellas arregladas con un propósito -- desviar y absorber el poder de “La Máquina M”. El Rey de la Sombras, esquelético y arrugado, con su túnica apenas colgando de su figura, está dando vueltas en lo alto de su trono. Parece alguien atormentado por el insomnio, o un perro que gira en círculos antes de que esté lo suficientemente cómodo para tumbarse.

Él puede sentir la lucha carnal en las cavernas debajo de la Metrópolis, donde “Los Hermanos de la Sabiduría” se esfuerzan incansablemente para usar sus poderes para restaurar “La Máquina M” -- ¡amenazando con quitar esos poderes del Rey! ¡Después de todo por lo que él ha trabajado, después de que él haya dedicado su vida a sacarle provecho a la máquina y utilizarla para construir esta gran ciudad, este faro brillante de la humanidad! Él ve a “Los Hermanos de la Sabiduría” como ladrones en lo más profundo de su ser, sin embargo, en su estado débil, ¡no puede hacer nada salvo mirar!

Varios de sus monitores de vigilancia son alimentados directamente por los muchos instrumentos ópticos de la araña bestial, y lo que ve lo enoja muchísimo y lo hace moverse y retorcerse con una renovada irritación. Él ve a “Los Hermanos de la Sabiduría” luchando sin ningún temor, uno de ellos había sido atrapado en una tela de araña, pero ahora está en libertad, y otro perdió un brazo en las fauces de la araña, pero ha conseguido rodar lejos de la bestia y está blandiendo su arma con la mano que le queda.

Los tres unen sus fuerzas en el centro de la caverna y blanden sus cristales de poder individuales como si fueran uno solo. Un brillante resplandor emana de sus cristales combinados, creciendo y haciéndose más fuerte en las proximidades de “La Máquina M”, usurpando los poderes del Rey de las Sombras. El Rey roe sus manos y lágrimas en su trono mientras observa. Los hermanos continúan avanzando, haciendo crecer la luz más brillante y más fuerte a medida que se acercan a la araña, que parece estar retrocediendo de miedo -- ¡Imposible! Todos los monitores del Rey se quedaron en blanco. Él se queda jadeando con incredulidad. Se siente como si su corazón se hubiera detenido. ¿Ha finalmente perdido el control sobre el poder de la gran Máquina M?

¿Es este el fin del reinado del Rey de las Sombras? ¿Han “Los Hermanos de la Sabiduría” verdaderamente derrotado a la araña y alcanzado su objetivo? ¿Qué va a ser de la máquina M? ¿Qué va a ser de La Metrópolis y de todos sus ciudadanos? ¡Sintonice la próxima semana para averiguarlo! ¡Y no se olvide de pagar con sacrificio a su red XG294 de holovisión y a sus subsidiarias afiliadas!

NEGRO 


CAPÍTULO 5: SOMBRAS EN EL JARDÍN DE ROSAS



Ohhh deberías estar muerta, muchacha, estás loca y deberías estar muerta.

Nada tenía sentido. Nada de esto tenía sentido. No lo tenía su vida, ni el sueño, ni la locura en el piso de la fábrica -- lo siento, lo siento, no pude, yo no sabía -- ni la manera en que ella era capaz de navegar en la oscuridad, a través del laberinto de aparatos en movimiento, más allá de los cuarteles de obreros donde a ella nunca se le habría permitido pasar, a través de una puerta tras otra que deberían haber estado bloqueadas. Pero de todo, lo que tuvo el menor sentido, cuando sus pies golpeaban estruendosamente en los pasillos, era que nadie parecía estarla siguiendo. 

Si nadie te está persiguiendo, ¿por qué corres?

Luma dobló una esquina y se deslizó, golpeando contra la pared mientras se redirigía a sí misma, impulsivamente resistiéndose a su repentino cambio de rumbo. Afuera, afuera, afuera. Tenía que salir. 

Si las luces están apagadas, ¿cómo sabes a dónde estás yendo?

"¡No lo sé!" Luma gritó en voz alta. "¡Dejen de hacerme preguntas!" Su mano encontró una barra metálica que sobresalía de la pared -- su única advertencia de que el piso estaba a punto de convertirse en escaleras. Ella se puso en cuatro patas y por un momento avanzó con ritmo y regularidad; ella respiraba en sincronía con las manos y los pies, subiendo y trepando y escalando hacia arriba, fuera de la oscuridad. Sobre trozos retorcidos de una pierna mecánica y de pinzas, los ecos de la caverna reprodujeron una batalla peligrosamente ganada. Por un estrecho túnel de roca -- uno detrás del otro estaban…¡los hermanos! ¿Estás aquí, “Querido”? Gira a la izquierda, “Hábil”. Oh, se está haciendo difícil, “Profundo”. Sostengamos la luz en la oscuridad. Las oscuras piezas de la luz, mientras que lo oscuro permanezca en la oscuridad, añadirán luz a la luz cuando ejerzamos nuestros derechos. Pongamos la sabiduría a voluntad y luego se hará la luz.

La llegada repentina de un aterrizaje envió a Luma a derrumbarse, pero ella misma se levantó, tragando saliva, y buscó a tientas el siguiente paso. “Los caminos conducen hacia arriba y arriba, pero no tiene sentido, ¿por qué tendríamos que ir arriba a salir? No me extraña que nadie esté tratando de ayudarme, pero me voy a tener que ayudar yo misma”. Su cabeza golpeó contra algo sólido y se dio cuenta de que las escaleras se habían terminado perfectamente en el techo. “¿Qué?” Muerta de pánico, ella golpeó sus manos contra las superficies. “¿Un callejón sin salida? Estoy atrapada, es una trampa, ¡es una trampa! ¡ES UNA TRAMPA! Es una – una ranura, un mango – una puerta trampa. El panel chirrió y deslizó cuando Luma la abrió, y una rebanada delgada de luz se esparció por las escaleras y creció más y más amplia. “¡Luz! Eso quiere decir que…”

La pequeña habitación era circular y rodeada de ventanas. Estaba desprovista de muebles, el techo estaba demasiado bajo para estar de pie, y sólo había una floritura decorativa peculiar en una estructura totalmente utilitaria. Se podía observar un hueco -- un indulgente capricho de un arquitecto de hace muchos años. Luma se izó por la trampilla y se arrastró hasta el borde, mirando hacia afuera. Ella difícilmente había subido unos cuatro metros. El piso de la fábrica estaba bajo tierra -- no se había dado cuenta. “Sube para salir. ¡Ahora ya has subido, por lo que tienes que salir!” Apretó la cara y las manos contra el cristal. “¿Cómo podría...?” Ella retrocedió y se sentó, apoyando un pie en la ventana, golpeándolo, probándolo. “Mejor hacerlo bien la primera vez” Tap-tap.

BOOM BOOM.

El estruendo en el interior de su cráneo hizo que su piso temblara. Ella yació jadeante, con la visión borrosa y vacilando, a medida que la oscuridad, la rabia, y la certeza surgieron dentro de ella. 

FRACASARÁN.

Allí estaba el rostro de la realeza, hinchado y contorsionado de furia, los ojos sangrando negro y la boca formando un grito desgarrado, pero de alguna manera creciente, expandiéndose.

MORIRÁN.

Allí estaban los hermanos, manteniendo firmes los cristales. Su brillo primero respondió, y luego se absorbió con un blanco brillante y violento. Se encendió, empujó contra la oscuridad y grabó, solidificando, una perfecta 'M' que pulsaba, latía en la negrura. La máquina estaba viva.

“¡LA ESTÁN SANANDO! – PERO NO PUEDEN – LA LUZ Y LA SOMBRA…NO SE PUEDEN SEPARAR”

Ella pudo sentir el poder que fluía hacia el rey, y oír su risa en auge, cada vez más fuerte. Ella se atragantó con una tristeza abrumadora. El hombre y la máquina. El poder de uno era el poder del otro. La M restaurada nos salvará; pero la M restaurada traerá al Rey a niveles de poder desconocidos...

Luma hizo una mueca, frustrada por la contradicción. El Rey, la Máquina, la gente, la ciudad...sumiéndose en cenizas, las oscuras nubes alzándose. “¡AHORA!” -- la luz blanca estalló. Ella era la M, ella vio todo. Pero también lo hizo el Rey. Y cuando habló, su voz era también la suya.

YO VENCERÉ.

Ella pateó de repente, rompiendo la ventana. Ella se arrastró hasta ver como las piezas cayeron, capturando la luz que quedaba en el cielo. “Cristales”, pensó aturdida, y sintió que la luz se alzaba en su mente otra vez.

“Aterriza suave cuando vueles, Luma. Navega la oscuridad. Vuelve, y entonces te van a escuchar, te van a escuchar”

LUMA SALTÓ

…CONTINUARÁ...

***


LA MAQUINA M | LA METRÓPOLIS
PARTE 2


CAPÍTULO 1: EL PALACIO

Oscuridad.

"Recuerda cuando eras un niña, Luma", dice una voz. "¿Creías que los monstruos acechaban debajo de tu cama en la noche? ¿Te quedaste despierta en la cama con los ojos cerrados fuertemente en contra de la oscuridad? ¿Cuánto tiempo tuviste que esperar para abrirlos y hacerle frente a cualquier sombra que residiera allí? ¿Y cuál es la diferencia entre la oscuridad de tus ojos cerrados y la oscuridad de la noche?"

Luma tose hasta despertar. ¿Cuánto tiempo ha estado dormida? ¿O ha estado despierta, pero viviendo en la oscuridad durante demasiado tiempo como para saber la diferencia? Ella no puede recordar la última vez que vio la luz, y duda en probar, pero una explosión de memoria se manifiesta por si sola - ¡los cristales! Ella trata de retroceder, perderse en la oscuridad en la que ella había estado durmiendo sin saber quién era - pero los cristales brillan en su mente a través de la oscuridad tal como la idea del terror debajo de la cama. Ella abre los ojos para hacerle frente. ¿Es esto un recuerdo, o hay un cristal real brillando ante ella? ¿O está ciega, y su mente se aferra a las ráfagas de alucinación para compensar sus ojos inútiles?

"Esto no está en tu mente, Luma...”

¡El cristal habla! Ella llora de incredulidad.

"Tienes dudas, Luma", dice el cristal.

Luma da un aullido bestial, segura ahora de que ha perdido la cabeza y la vista.

"Mira por ti misma, Luma".

Y de repente el cristal no es lo único que brilla en la oscuridad. Flotando ante ella se encuentran pequeños ríos y arroyos, a lo lejos, pero pulsando con un brillo extraño que muestra la fuerza de su corriente. Es como ver a millones de velas iluminando un cortejo funerario, algunas alejándose de las demás y más alejándose desde ellas, pero todas fluyendo al mismo tiempo. Luma suspira ante la belleza y ellas pulsan como en respuesta. Ella mueve sus brazos para alcanzar la luz y se da cuenta de que ella está contemplando sus brazos, y que son los caminos de sus venas los que están brillando como el cristal que flota pacientemente ante ella.

Luma ondea sus brazos a través de la oscuridad y se deleita en el resplandor de su propio cuerpo. Ella mira hacia abajo y se ríe de las diminutas corrientes de luz que forman los dedos de sus pies, las gruesas arterias de las piernas, y debajo de su pecho, el centro abrasador, ese estuario de luz que empuja y tira toda la luz en mareas a través de ella .

"¡Pensé que me había vuelto ciega!" Luma grita con alegría.

"Tú sí has perdido la vista", dice el cristal. "Por lo menos en el sentido en que tus ojos han dejado de funcionar."

Luma parpadea. Sin importar el grado de tensión con el que ella cierre los ojos, la luz del cristal y de su cuerpo resplandeciente permanecen. El cristal se disuelve y se transforma en un enorme ojo que brilla intensamente, como si reflejara el objeto de sus palabras.

"Has estado cayendo en la oscuridad durante tanto tiempo que no tenías necesidad de tus ojos, Luma. Ellos dejaron de funcionar cuando no hubo luz para que pudieran trabajar. Pero hay diferentes tipos de luz, Luma, como sin duda eres capaz de ver ahora. No toda la luz es percibida solo por los ojos".

"¡Sí, como un espíritu! ¡Esta luz es mi espíritu!"

"No del todo. La luz que brilla en ti no es necesariamente tuya, Luma. Mira todas las otras formas que puede tomar".

Alrededor de ellos aparece un imperio de estrellas y constelaciones, más infinitas que las venas brillantes en el cuerpo de Luma, que ahora parece una partícula en un océano lleno de luz.

"Cada una de estas estrellas representan todo un mundo, Luma. Mundos en los que hay miles de millones de personas, cada una inundada con la energía que ves en ti ahora. ¿Quién eres para decir que esta energía es tu espíritu cuando hay tantos otros que comparten esa luz?"

La mente de Luma cambia de opinión. Nunca había tenido una conversación como esa antes, y no podía recordar alguna vez haber tenido el tiempo siquiera para pensar en esas cosas.

"Así que la luz está en todos nosotros, pero no es nuestra como para controlarla", piensa en voz alta. "Entonces debe ser cosa del destino o de Dios, o…"

El ojo explota, haciendo que su luz se reconstruya en la forma de un cráneo, radiante y etéreo como las venas de Luma. Éste da un rugido que sacude las estrellas a su alrededor, y Luma se preocupa de que su aliento hubiera apagado la luz en ella.

"¡No es Dios!" El cráneo gruñe. "Muchos lo llaman así, con la esperanza de transmitir sus creencias a los demás. Muchos de los que creen en Dios lo miran como si estuvieran mirando a un espejo de vanidad. Pero no, Luma, no hay destino o Dios que tire de una cuerda todopoderosa. Sólo los humanos esperamos tener ese poder. Yo prefiero pensar en la luz que vemos a nuestro alrededor como una máquina".

Luma se estremece ante la palabra. Las máquinas son la fundación del imperio oscuro en el que ella ha crecido. Ella trabajó bajo máquinas la mayor parte de su vida y no ha conocido ni la felicidad ni la iluminación bajo su dominio.

"No como las máquinas que tú conoces, Luma, hechas por el hombre con un propósito trivial. No, la máquina de la que hablo es mucho más grande, mucho más intrincada. Imagina un dispositivo como una trampa para ratones". La luz de la calavera se desvanece y reaparece como un ratón brillante frente a un pedazo de queso sobre un bloque.

"En esta máquina hay una acción y una reacción, Luma. El ratón toma el cebo y la trampa se activa". El ratón ante ella de repente es dividido a la mitad por el mecanismo de la trampa antes de disolverse y transformarse una vez más en un brillante cristal.

"Cada uno de los puntos de luz que fluyen a través de nosotros están conectados entre sí, y cada uno tiene la habilidad de ser un ratón o una trampa, una acción o una reacción. Cuando uno se convierte en acción, desencadena un cambio que puede crecer y afectar todas las demás energías del universo. El cebo dentro de nosotros no siempre es evidente, Luma, porque es una energía que no podemos ver a simple vista. Sin embargo, una vez que reconoces el potencial de la luz que ves en ti mismo y cómo estás conectado a la máquina del universo que te rodea, entonces todo un curso de acontecimientos puede iniciarse con una acción".

Luma flota en el espacio. Un momento de silencio y oscuridad para digerir todo aquello.

"Está bien", dice. "Me estás diciendo que tengo el poder de cambiar el mundo, que hay un gran potencial dentro de mí, pero ¿qué se supone que debo hacer exactamente?".

El cristal se queda en silencio y de repente todas las estrellas en el espacio alrededor de ellos se mueven lentamente hacia él, reuniendo inercia y luz y siendo atraídas a él como si se tratara de un agujero negro. El cristal brilla más luminosamente mientras atrae a las estrellas hacía sí mismo, y luego crece al tamaño y la intensidad de un sol, dándose forma a sí mismo en una figura que Luma no puede descifrar. Ella jadea y trata de protegerse débilmente del calor y el brillo, y luego ve qué era esa figura -- la letra M, tan poderosa ahora que no hay nada más en el universo excepto por Luma y la gigante M, crepitante de energía.

"Busca la M, Luma", dice.

"¡Lo haré!", grita ella, tan cegada y quemada que desearía que la cosa se ​​fuera.

"Aprovecha su energía, Luma. Busca la M. Es el mecanismo que debes activar. Serás el ratón que establezca y prepare el funcionamiento del universo en movimiento".

"¡Lo haré!”, grita ella de nuevo. "¡Oh, juro que lo haré! Pero por favor, sólo…", ella lucha contra una oleada de náuseas. Se estaba quemando. "¡Sólo dime una cosa! ¡Sé lo que pasa con el ratón después de que se activa la trampa! Se muere, ¿no?"

La luz de la M se apagó. Oscuridad de nuevo. Pero la voz del cristal permanece.

"MUERTE NO, LUMA. SACRIFICIO".

***

Escrito por Andy Coenen, Ben Swardlick y Eric Luttrell
Adaptaciones escritas: Betsey Swardlick & Owen Curtsinger
Arte de portada e Ilustraciones: Chris Blackstock
Traducido por Joel Cavaleri


LA METRÓPOLIS

PARTE 1:
PARTE 2:
INTRODUCCIÓN
EL PALACIO
LOS INMIGRANTES
FANTASMAS EN LA MÁQUINA
BÚSQUEDA PROFUNDA
PEQUEÑO HIMNO
UN REY SOLITARIO
CANCIÓN DE LA LUNA
CARAS
REGODEO
NEGRO
LUMA
SOMBRAS EN EL JARDÍN DE ROSAS
EPÍLOGO

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